El cielo se prepara para un espectáculo de fuego y metal. El satélite Aeolus, lanzado en 2018 por la Agencia Espacial Europea (ESA) para mejorar los pronósticos meteorológicos y los modelos climáticos, ha agotado su combustible y está fuera de control. La ESA ha iniciado una operación pionera para dirigir el satélite hacia una zona del océano Atlántico, lo más lejos posible de la población. Sin embargo, el riesgo de que algunos fragmentos del satélite caigan sobre tierra firme o golpeen a alguien es real y preocupante.
¿Qué es el satélite Aeolus y qué hacía en el espacio?
El satélite Aeolus, llamado así por el dios griego de los vientos, era el primer satélite capaz de observar los perfiles de vientos de manera global, desde la superficie terrestre hasta la estratosfera, a unos 30 km de altitud1. Para ello, contaba con un instrumento llamado Aladin, que emitía pulsos láser de luz ultravioleta hacia la atmósfera y medía el efecto Doppler de la luz reflejada por las partículas en movimiento. De esta forma, Aeolus podía proporcionar información muy valiosa para mejorar el pronóstico del tiempo y el estudio del cambio climático.
El satélite fue lanzado el 22 de agosto de 2018 desde Kourou (Guayana Francesa) y tenía una vida útil prevista de tres años. Sin embargo, su misión se alargó hasta cinco años gracias al buen funcionamiento del satélite y a la demanda de datos por parte de los usuarios. Durante este tiempo, Aeolus ha realizado más de 25.000 órbitas alrededor de la Tierra y ha recopilado más de 100 millones de mediciones de viento.
¿Por qué se va a estrellar el satélite y cómo se va a evitar una catástrofe?
El satélite Aeolus se encuentra actualmente en una órbita baja terrestre, a unos 320 km de altitud. A esa altura, el satélite sufre un rozamiento con las capas más altas de la atmósfera, que lo frena y hace que pierda altura gradualmente. Para mantenerse en órbita, el satélite necesita realizar maniobras periódicas con sus propulsores, que consumen combustible. El problema es que el satélite ha agotado su combustible y ya no puede controlar su trayectoria.
Si no se hace nada, el satélite seguirá perdiendo altura hasta que reentre en la atmósfera de forma natural, lo que podría ocurrir en cualquier momento y lugar. Esto supone un riesgo para la seguridad de las personas y las infraestructuras, ya que algunos fragmentos del satélite podrían sobrevivir al calor de la reentrada y caer sobre la superficie terrestre. Según la ESA, el riesgo de que una persona sea golpeada por un trozo de basura espacial es aproximadamente tres veces menor que el riesgo de que caiga un meteorito. Sin embargo, este riesgo no es despreciable, sobre todo si tenemos en cuenta que el satélite pesa unas 1.400 kg y mide unos 5 metros de largo.
Para evitar una posible tragedia, la ESA ha decidido realizar una reentrada asistida del satélite, la primera de su tipo. Se trata de una operación compleja y delicada, que consiste en utilizar el combustible restante del satélite para dirigirlo hacia una zona del océano Atlántico, lo más alejada posible de tierra firme. De esta forma, se reduce en 42 veces el riesgo de reentrada del satélite en comparación con un reingreso natural.
La operación comenzó este lunes 24 de julio y está previsto que finalice este viernes 28 de julio. Durante estos días, un equipo del Centro de Operaciones Espaciales de la ESA en Alemania está monitorizando el satélite y realizando las maniobras necesarias para modificar su órbita y orientación. El objetivo es que el satélite reentre en la atmósfera a una velocidad de unos 7 km/s y a un ángulo de unos 30 grados, lo que favorecerá su desintegración. Se espera que el satélite se queme en su mayor parte cuando se encuentre a unos 80 km de altitud, pero algunos fragmentos pueden llegar hasta los 10 km de altitud antes de caer al mar.
¿Qué consecuencias tendrá la caída del satélite y cómo se puede seguir el evento?
La caída del satélite Aeolus supone el fin de una misión científica exitosa y pionera, que ha aportado datos únicos y valiosos para la meteorología y la climatología. La ESA ha anunciado que los datos recopilados por el satélite seguirán estando disponibles para los usuarios y que se seguirán procesando y analizando para mejorar su calidad y precisión. Además, la ESA ha expresado su interés en desarrollar una nueva misión de observación de vientos, basada en la experiencia adquirida con Aeolus.
La caída del satélite también supone un desafío técnico y operativo para la ESA, que tiene que garantizar la seguridad de las personas y el medio ambiente. La operación de reentrada asistida es una oportunidad para demostrar la capacidad de la agencia para gestionar el final de vida de sus satélites y reducir el impacto de la basura espacial. La ESA ha asegurado que está siguiendo las mejores prácticas internacionales y que está coordinando sus acciones con otras agencias espaciales y autoridades civiles.
La caída del satélite también supone un espectáculo visual para los aficionados al espacio, que podrán observar el paso del satélite por el cielo antes de su reentrada. Según la ESA, el satélite será visible desde algunas partes de Europa, África y América del Sur durante las noches previas al evento. El satélite aparecerá como un punto brillante que se mueve rápidamente por el cielo. Para saber cuándo y dónde se podrá ver el satélite, se puede consultar la página web https://www.n2yo.com/satellite/?s=43600, que ofrece información actualizada sobre su posición y trayectoria2.
La reentrada del satélite será más difícil de observar, ya que dependerá de las condiciones atmosféricas y de la ubicación del observador. Sin embargo, es posible que se pueda ver una estela luminosa en el cielo, similar a la de un meteorito, cuando el satélite se queme en la atmósfera. La ESA ha anunciado que intentará capturar imágenes del evento desde aviones o barcos, pero no ha garantizado que sea posible.
En cualquier caso, la caída del satélite Aeolus será un acontecimiento histórico y emocionante, que pondrá fin a una misión espacial única y que pondrá a prueba la responsabilidad y la habilidad de la ESA. Esperemos que todo salga bien y que el satélite nos dé un último adiós desde el cielo.